En esta entrada no vamos hablar de BIM, toca un
tema preocupante que estamos viendo en muchos países de la zona y también en
Panamá. Me refiero a todas esas
casitas, todas iguales, organizadas como de barracones de campos de trabajo. Estoy
de acuerdo que en Panamá existe una necesidad de vivienda y nos enfrentamos con
la obligación de tener que construir muchas para gente de recursos bajos, pero,
¿la solución es sembrar el país de urbanizaciones con viviendas que parecen más
un campamento de refugiados?
Estos barrios,
urbanizaciones, promociones, están surgiendo, de forma espontánea o en muchos
casos planificada, están inundando todos los rincones de Panamá y crean un
desagradable impacto visual.
La similitud de estas
urbanizaciones y los campamentos romanos no es casual, sino que deriva de una misma forma de planificar los espacios y de unos
requerimientos parecidos. En aquella época, muchos campamentos
acabaron en ciudades, en este caso, muchas urbanizaciones acabarán en guetos, auténticas
ciudades de almacenamiento, resultado físico de un subproducto de vivienda.
Su diseño deriva directamente
de un cálculo simple de requerimientos básicos y beneficios rápidos. También podemos apreciar como características la
repetición de la “arquitectura”, malas calidades, falta de una planificación de
centros de salud o colegios, escasez de elementos dotacionales y zonas verdes, en
muchos casos un inadecuado sistema de depuración aguas residuales, inexistencia
de accesos y vías acordes al nivel de ocupación, etc., y cuando mucho se ponen
unos pocos columpios para atender nuestra conciencia y listo.
En mi opinión incluso
emanan una característica principal, es la temporalidad, no parecen una
casa para toda la vida, el sueño de cada uno de sus habitantes, más
bien algo temporal o de paso.
En estos espacios funcionales, no se contemplan otros factores subjetivos de humanidad, lo
individual, lo personal, lo bello..., el concepto amplio de vivir degenere en
sobrevivir. Algunas de las urbanizaciones actuales son la "la máquina de almacenar gente”, es urbanismo en
grado cero.
Se precisa una respuesta es urgentemente, es
necesario parar esta tendencia. No olvidemos que estamos construyendo casas
para el 2070 o 2100, muchos moriremos y esas casas seguirán ahí. ¿Es este el
Panamá que queremos para nuestros hijos?
Muchos nos preguntamos por la falta de voluntad por aportar soluciones, por crear espacios
vitales, para acoger otro modelo de vivienda, otro urbanismo. Existe
una falta de iniciativas que promuevan medidas para una organización racional, sin
olvidar la función original y evitando la mutación o degradación de unos de los
principales activos de los panameños, su casa, su espacio vital, evitando que conviertan
en barriadas complejas, incluso caóticas. Esto impide que los habitantes
desarrollen un proyecto vital.
Afrontar este reto no es solo un tema técnico sino un tema
relacionado con el humanismo y que afecta a muchos grupos que deben implicarse
en particular al político que debe ejercer una labor de tutela. En particular con los proyectos públicos,
“techos de esperanza”, autentico sucedáneo de una vivienda.
Esta problemática e invita
a recorrer y explorar soluciones. Se
deben exigir proyectos de asentamientos con una condición de calidad mínima, evitar
la consolidación de este desastre urbano. Además, en las viviendas públicas
tipo “techos de esperanza”, deben ser los propios habitantes los que se
impliquen en la proyección y en el planeamiento de los espacios que
habitarán, generando arraigo y sentimiento de pertenencia,
además de ser una demostración de solidaridad e ingenio.
El reto de crear espacios
vitales debe ser asumido todos los arquitectos de Panamá, pero también deben
implicarse grupos sociales, empresariales, políticos, educativos, sindicales,
religiosos, etc. Esto afecta a toda la sociedad.
La sociedad ha cambiado y
con ella la arquitectura está obligada a reencontrarse con su esencia, que no
es otra que aportar ideas y técnicas que puedan servir a la gente. Creo que todavía tenemos recorrido para una mejora.
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